Nota original, publicada en UNESCO (31 de marzo de 2025).
Por: Paulina Vera Puz.
Confrontado a una tasa de obesidad de las más altas del mundo, Chile fue el primer país en adoptar una ley de etiquetado de alimentos que advierte sobre el elevado contenido de nutrientes críticos para la salud.
“Alto en grasas saturadas”, “Alto en sodio”, “Alto en azúcar”, “Alto en calorías” … una secuencia de uno o varios sellos hexagonales de un disuador color negro advierte en los productos alimentarios chilenos de la eventual presencia de ciertos componentes considerados nocivos para la salud.
“Sellos hexagonales de un disuador color negro advierten contra la presencia de componentes nocivos”
Se trata de la primera ley del mundo en imponer este tipo de etiquetas, una legislación modélica que se ha replicado en otros países como Argentina, Israel, México o Perú.
La ley también prohíbe la publicidad dirigida a menores de 14 años de cualquier producto que presente sellos de advertencia, lo que incluye “ganchos” comerciales como regalos, concursos, promociones, personajes, adhesivos o cualquier otro elemento dirigido a los niños, y la venta o entrega gratuita de alimentos con sellos en el ámbito escolar.
Inicios difíciles
Chile presenta uno de los índices más altos de obesidad y sobrepeso en el mundo, con un 78% de personas adultas en 2022, en comparación con un 60% a nivel mundial y un 67% en el continente americano, según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Fue en este contexto que este país puso en marcha la Ley 20.606 Sobre Composición Nutricional de los Alimentos y su Publicidad, proceso que comenzó a principios de la década de 2000.
La primera propuesta de ley fue presentada en 2006 y despertó fuertes resistencias en la industria productora de alimentos. Por ello, fue necesario un largo proceso de consultas con todas las partes interesadas para que todos los implicados pudieran negociar. El proyecto recorrió un largo camino, se discutió durante varios años, y finalmente en 2012 fue adoptado.
Inquietudes en la industria
Durante todo este proceso se celebraron congresos con expertos internacionales, mesas de trabajo, investigaciones académicas, focus group y diversas instancias de discusión con el objetivo de alcanzar un consenso.
En cada una de estas etapas, la industria de la alimentación insistía en tres aspectos: que el sistema fuera voluntario, que se establecieran límites de contenido nocivo más permisivos y que los sellos en los envases fueran más discretos. El temor a un sistema que no existía en ese momento en ninguna parte del mundo llevaba a las empresas a insistir en el argumento de la responsabilidad individual ante la toma de decisiones sobre la alimentación.
Pero los fundamentos técnicos de la propuesta legislativa eran sólidos y respaldados por estudios científicos. Finalmente, la única concesión a la industria fue otorgar mayor plazo a través de una implementación de la ley en tres etapas.
Hoy, la ley 20.606 exige un etiquetado frontal en los envases de los alimentos donde se alerta que se están superando los límites establecidos de algunos componentes. La ley también prohíbe la publicidad dirigida a menores de 14 años de cualquier producto que presente sellos de advertencia, medida que implicó el fin de la comercialización en Chile de determinados alimentos.
Poner el acento en los productos destinados a los más jóvenes es crucial, ya que es en la infancia donde se desarrolla particularmente la sensibilidad al gusto. La exposición a productos demasiado grasos o azucarados “modifica el patrón de conducta de consumo a temprana edad, y dificulta que eso después se corrija”, profundiza la viceministra chilena de Salud, Andrea Albagli.
“La venta de alimentos etiquetados como nocivos está prohibida en las escuelas”
El ámbito escolar está en el foco del tercer elemento de esta legislación, que prohíbe la venta o entrega gratuita de alimentos con sellos en las escuelas, restricción que también se debe aplicar en el Programa de Alimentación Escolar que distribuye el Estado.
Cambio de paradigma
La ley sobre etiquetado ha permitido “un cambio de paradigma”, señala Camila Corvalán, académica del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA) de Santiago de Chile.
“Por primera vez se deja establecido que la responsabilidad no está en las personas sino en su entorno. Este cambio de discurso abre el camino a un nuevo relato súper importante para la política pública nutricional”.
Entretanto, una parte de los consumidores han ido adaptando la presencia o ausencia de sellos a la composición de su carrito de la compra. “Cuando voy a comprar productos que son parecidos, trato de elegir el que tiene menos sellos”, comenta Roberto, padre de un adolescente, a la salida de un supermercado del barrio de Ñuñoa, en Santiago de Chile. “Los sellos sirven mucho”, opina por su parte Silvia, delante del mismo supermercado. “A mi me importa que los productos no tengan grasas saturadas porque tengo que cuidar la alimentación de mi niña”.
Varios estudios dan cuenta de un cambio en la oferta de alimentos en el país: “En todos los nutrientes regulados hay una caída de su contenido en los alimentos. La magnitud de la transformación es importante, mucho más grande que la que se ha descrito con otras políticas”, precisa Camila Corvalán. En las estanterías de los supermercados, los alimentos son en general más pobres en sal, azúcares y grasas.
La ley presenta un alto nivel de cumplimiento, lo que representa una victoria para la salud de los consumidores. Sin embargo, actualmente no cubre los nuevos aditivos incluidos en la composición de los productos que se venden en las grandes superficies. Entre los hallazgos más relevantes está el aumento en la incorporación de edulcorantes no calóricos, así como de otros aditivos químicos que tienen la función de resaltar sabor, color, dar estabilidad o durabilidad.
“Estos productos en general están aprobados para su uso, pero se discute ahora si en el mediano o largo plazo pueden generar alteraciones metabólicas”, subraya la doctora Corvalán. “Esto, efectivamente, es una preocupación”, señala por su parte Albagli. Para eso se trabaja en una reformulación reglamentaria.
En 2025 la ley de etiquetado de los alimentos cumple en Chile nueve años desde el inicio de su implementación. Aunque en esta fase aún no hay certeza científica de su incidencia en una disminución en los índices de obesidad, ya ha conseguido abrir los ojos a los consumidores sobre el riesgo de algunos aditivos presentes en su cremoso helado o en su sopa instantánea. Y eso ya es mucho.